También ignoro porque se escribe poco sobre el dominio de Bolívar de otros idiomas, máxime si tomamos parte de las palabras de Hildebrandt (1999), quien cita a cuatro contemporáneos del Libertador, a saber: Rosamel (1825), De Moges (1825), Ricketts (1826) y Campbell (1826), quienes afirmaron respectivamente: “Se expresa en francés con facilidad”. “(…) “El general Bolívar enuncia fácilmente en francés y esta lengua le es familiar”. (…) “Hemos conversado alrededor de seis horas, en francés, lengua que él habla corrientemente”. (…) “Habla francés con afluencia”. (p. 67). Ante esa realidad Hildebrandt (ob. cit), recuerda que además de hablar el francés, Bolívar también lo escribía con facilidad, tal cual lo expresaba en algunas cartas, en las cuales señalaba a célebres pensadores tales como: Rousseau, Voltaire, Montesquieu, Condillac, D`Alembert, Bufón. Hildebrandt comprobaría que la biblioteca de Bolívar estaba compuesta fundamentalmente de libros en francés, algunos de los cuales fueron leídos por él, cuando ni siquiera habían sido traducidos al español.
El hecho de haber leído a los pensadores precedidos, incluido el alemán y naturista Alejandro de Humboldt, así como el propio maestro de maestros, Simón Rodríguez, permitirían a Bolívar una sólida expresión escrita y oral en posteriores hechos de su vida política y militar tales como: El Manifiesto de Cartagena (1812), La Carta de Jamaica (1815), (denominada por otros historiadores como “La Carta de las Profecías”, debido a los vaticinios inequívocos ocurridos) o el Discurso del Congreso de Angostura (1819), nos lleva incluso a afirmar, aunque no exista prueba de ello, que el pensamiento del Libertador, en el tema educativo, también se encuentra influido por las ideas de Michael de Montaigne, el precursor ensayista.
En consecuencia, pensamientos de Bolívar como: “Moral y Luces son los polos de una República, Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”. “Las naciones marchas hacia el término de su grandeza con el mismo paso que avanza la educación”. “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción”; entre otras ideas visionarias como por ejemplo aquella propuesta de la reforma universitaria de 1827, obligan a profundizar el estudio del pensamiento de Bolívar en el plano educativo. Es por ello, que no comprendemos cuando algunos sectores se oponen a hablar de la educación bolivariana o el currículo bolivariano. O rechazar la denominación de escuelas bolivarianas. Negarlo sería no comprender el fenómeno educativo en su complejidad y elementos que lo conforman en el plano social, cultural e histórico.
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